Artesana de la Madera

La historia de La Ebanistera, comienza cuando era estudiante en la Escuela de Artes y Oficios Artíscos de Cádiz.

Entré en la escuela con intención de hacer Decoración, pero mis intenciones cambiaron cuando pisé el Taller de Ebanistería... No sé si sería el olor a madera, las antiguas maquinas, las herramientas o simplemente el hecho de poder fabricar con madera, la forma de trabajarla, etc. El caso es que lo tuve muy claro a la hora de escoger la especialidad que quería estudiar, quería ser Ebanista.

Y por fín se había resuelto una de las dudas que siempre tuve desde que era pequeña y era:

"Si los arboles eran redondos,como podian hacerse las mesas de los salones tan grandes...?"



viernes, 19 de marzo de 2010

Restauración Barra Casa Paulino en Puerto Real

Bien, pues llegado a este punto, debo hacer un alto para poneros en antecedentes, ya que arreglar la barra de este bar no entraba para nada en mis planes, había decidido dejarlo todo y dedicarme a otra cosa, estaba convencida que me había equivocado de profesión y más quemá que la pipa de un indio, pues las cosas no me habían ido muy bien, tenía algunos meses de paro y supuse que sería una buena idea tomarme esos meses para descansar y reflexionar sobre el rumbo que iba a darle a mi vida, convencida de que tanto esfuerzo y sacrificio solo me habían servido para darme cuenta que una vez más me había equivocado.

Para mantener la cabeza ocupada y hacer algo de probecho que en un futuro pudiera servirme, pero sin atraerme demasiado, me puse a hacer un curso de Formador Ocupacional "Formador de Formadores", el cual duró casi seis meses, seis horas al día de lunes a viernes, (se me hizo bastante pesado, pues no me veia yo impartiendo clases como monitora) a pesar de que el curso era interesante.

Un buen día a mediados del curso de repente suena el teléfono, era mi amigo Javi, quería que me fuera a trabajar con él durante la Semana Santa del 2007 como peón de albañil y de lo que hiciera falta, para las obras de un bar que se traspasaba.

Sin apenas pensarlo accedí, unos ingresos extras me vendrían genial (pensé yo). Javi había reclutado a nuestro grupo de amigos para trabajar con él, entre ellos electricistas, fontaneros y la carpintera que era yo, pues, evidentemente al final terminé cojiendo la carpintería del bar.

Paulino el nuevo dueño del local, quería traerse la barra de su antiguo bar a este, ya que era mucho más grande y de mejor calidad, de madera de tulípero.

Pues así fue, de repente entre una cuadrilla de cinco hombres y yo, desplazamos la barra de un local a otro y la adaptamos encima de la antigua barra.


Como se muestra en las fotos las barra estaba bastante deteriorada, tenía que quitarle todo el barniz, limpiar y rellenar los huecos que había entre la unión de la madera, cepillarla, lijarla y barnizarla.



Nunca había trabajado por cuenta propia y apenas disponía de herramientas para este tipo de tareas, así que tiré de móvil y entre antiguos compañeros de oficio, amigos y alguna maquina que me tuve que comprar con el dinero que en teoría iba a ganar, conseguí todo lo necesario para sacar la faena "pá lante".


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